Miguel Grau Seminario

Miguel Grau (Piura, Perú, 27 de julio de 1834 - Punta Angamos, 8 de octubre de 1879) fue un marino peruano, almirante de la Marina de Guerra del Perú y destacado marino. Es considerado héroe máximo de la Marina de Guerra del Perú y de la nación peruana. Asimismo, a razón de una encuesta a fines del siglo XX, se le denominó El peruano del Milenio.

Era hijo del teniente coronel grancolombiano (más tarde nacionalizado peruano) Juan Manuel Grau y Berrío, natural de Cartagena de Indias, que llegó al Perú formando parte del ejército del Libertador Bolívar y de María Luisa Seminario y del Castillo, piurana de nacimiento. Antes de entrar a la guerra del Pacífico, logró una curul en el parlamento peruano como representante por Piura.

Alférez de fragata

El guardiamarina Grau desempeña eficientemente sus obligaciones. Destaca entre sus compañeros como excelente práctico y conocedor de todo lo relacionado con la navegación. Es un hombre franco, sincero, de reposado temperamento, con la tranquilidad de la propia suficiencia, competente y hábil, valeroso, decidido y enérgico. Se distingue asimismo por su carácter reflexivo, moral austera y acendrados principios religiosos.

Grau a los 20 años es un hombre formado. Y es que de la niñez pasó de un salto a la edad de la propia responsabilidad. Se hizo hombre a los nueve años, forjando en las rudas faenas de a bordo, junto con una vigorosa contextura física, una recia personalidad espiritual.

El guardiamarina sirve primero en el Rímac por espacio de 6 meses y luego pasa, el 2 de octubre de 1854, al pailebot Vigilante, en el que permanece más de 10 meses para ser trasladado a continuación al vapor de ruedas BAP Ucayali.

Estando Grau embarcado en el Vigilante ocurre un hecho revelador de su espíritu humanitario, al igual que de su preocupación por cumplir sus deberes de marino. El 10 de junio de 1855, cuando el pailebot navegaba rumbo a Paita, entre Mancora y Punta Sal, con mar gruesa y el horizonte nublado, el aspirante de marina Manuel Bonilla, que se hallaba en el castillo de proa de la nave, cayó al agua. Grau, que en esos momentos se desempeñaba como oficial de guardia, dispuso que el buque se detuviera de inmediato y se echaran al agua algunos cabos y un bote, en el que se lanzó con seis tripulantes, con la decisión, que resultó infructuosa, de salvar al náufrago. En el parte que Grau pasó ese mismo día al comandante del buque, dando cuenta del suceso, expresa que "todos sus esfuerzos resultaron inútiles, pues el mencionado pilotín no sabía nadar". Y agrega: "Sin embargo de esto me mantuve en su busca tres horas, por si conseguía siquiera su cadáver". Concluye el parte con las siguientes palabras, que traducen su pesar por esa desgracia: "después regresé a bordo sin ninguna esperanza".

Por aquella época Ramón Castilla ha vuelto al poder, luego de derrotar en la Batalla de La Palma, el 5 de enero de 1855, al general Rufino Echenique.

Pese al ambiente revolucionario y a los cambios de gobierno, la escuadra ha mejorado con la adquisición de nuevas unidades. Castilla compró, al concluir su primera administración, la fragata Amazonas. Echenique siguió el empeño de su antecesor en fortalecer el poderío naval peruano con la adquisición en Inglaterra de la fragata mixta Apurímac y las goletas Loa y Tumbes.

El 4 de marzo de 1856 Grau recibe su primer ascenso. El 10 de ese mes el comandante general de Marina devuelve al ministro del ramo, con el "cúmplase y anotaciones de ordenanza", los despachos de los oficiales ascendidos. En esa relación figura el alférez de fragata AP Miguel Grau Seminario, a quien se destina al Apurímac, el mejor buque de la escuadra, que comanda el experimentado capitán de navío José María Salcedo.

A los ocho meses de servir Grau en el Apurímac, y cuando este buque se encuentra en el sur, estalla en Arequipa, el 10 de noviembre de 1856, la revolución que proclama al ex presidente de la República General Manuel Ignacio de Vivanco. La insurrección, que gana pronto el departamento de Moquegua, es de franca tendencia conservadora, de abierta oposición, por tanto, a la Constitución liberal promulgada el mes anterior, así como a las leyes de exagerado extremismo votadas por la Convención en las que, por ejemplo, se prohíbe el establecimiento de la Compañía de Jesús en el territorio de la república.

El movimiento de Vivanco gana adeptos y la escuadra peruana se pronuncia a su favor. En el Apurímac el teniente segundo Lizardo Montero Flores promueve la sublevación. Grau, que sin duda juzgó peligrosos los principios liberales de la Carta de 1856, siguió con otros oficiales a Montero, su amigo y paisano. Al Apurímac se unen muy poco después el Tumbes, el Loa, el Guise y el Izcuchaca.

El levantamiento a bordo del Apurímac ocurre en la rada de Arica el 16 de noviembre de 1856. En oficio de 20 de ese mes (que se encuentra en el archivo de la Comandancia General de la Marina), el comandante del buque, capitán de navío José María Salcedo, da parte a la Comandancia General de Marina "de la inesperada sublevación de la fragata acaecida la tarde del 16" y encabezada por "el teniente segundo Juan Lizardo Montero". En la nota se explican los pormenores de la sublevación, realizada cuando "bajó a tierra con el objeto de visitar al señor coronel Nicolás Freyre, Comandante General de la Dirección de Observaciones del Sur". Dice enseguida cuáles eran los oficiales que quedaron a bordo de guardia y menciona, entre otros, al "alférez de fragata don Miguel Grau". Concluye el comandante Salcedo informando que los sublevados habían "desconocido la autoridad del Gobierno"; que se reunieron con los presos políticos de los pontones Caupolicán y Highlander, y que proclamaron al general Vivanco "supremo regenerador de la República".

Pero la revolución, que adquiere los caracteres de una guerra civil, fracasa. La escuadra vivanquista pasa por el Callao en enero de 1857 y luego sigue al norte del litoral peruano. Los insurrectos toman Trujillo y luego, Chiclayo, de donde se retiran perseguidos por Castilla, para embarcarse en Paita y caer en el Callao el 22 de abril, donde libran furiosa batalla en las calles del puerto. Derrotado Vivanco, se retira al sur y se atrinchera en Arequipa, ciudad que resiste un largo asedio y que finalmente es dominada en marzo de 1858, después de sangriento combate. Los marinos complicados en el pronunciamiento entregan los buques y son separados del servicio. La fragata Apurímac, última en rendirse, fondea en el Callao el 25 de ese mes de marzo y se pone a disposición del Gobierno.

Separación del servicio

Separado del servicio, Miguel Grau no forma ya parte de la Marina de Guerra del Perú, pero vuelve al mar. Regresa a la marina mercante como capitán de una barca inglesa y hace viajes entre América y Asia, que sirven para afirmar sus conocimientos náuticos.

Casi a los dos años, y mientras navega en buques mercantes por países lejanos, surge en el Perú un conflicto internacional. El Ecuador, para arreglar sus deudas con acreedores británicos, ha cedido extensos territorios de la región fronteriza, pero ubicados dentro de los límites del Perú. Ramón Castilla anula todos esos actos al ocupar sin combate el puerto de Guayaquil en enero de 1860, y convoca después un Congreso Constituyente que dicta, en noviembre de ese año, una nueva Constitución, que suprime algunas de las liberales reformas de la Carta de 1856. El mariscal Ramón Castilla y Marquezado evoluciona radicalmente y pasa del liberalismo al conservadurismo, justificando así, quizá, en esta última etapa de su segunda administración, el pronunciamiento de Vivanco de noviembre de 1856, al que Miguel Grau prestó concurso. La Constitución de 1860 va a regir en el Perú, salvo pequeñas interrupciones, hasta 1920.

Reincorporación

El 11 de abril de 1861 el Congreso Nacional expide la ley de reparación, ordenando que se inscriba en la lista militar a todos los jefes y oficiales del Ejército y de la Armada que fueron borrados de ella en virtud del decreto dictado el 15 de enero de 1855, diez días después de la Batalla de La Palma. Al mes siguiente, el 25 de mayo, el mismo Congreso promulga otra ley por la cual quedan comprendidos en los efectos de la anteriormente citada los "Generales, Jefes y Oficiales, que hallándose o no en servicio, tomaron parte de la revolución que terminó el año 1858".

Al cabo de tres años de ausencia, Grau, comprendido en los efectos de las mencionadas leyes de reparación, vuelve al Perú. En diciembre de 1861 se presenta al Gobierno y pide que se declaren los goces que le corresponden como indefinido. El recurso que lleva fecha de 6 de diciembre y que corre en original en su expediente de reconocimiento de servicios).

En observancia de las disposiciones citadas por Grau, el 24 de abril de 1862 se resuelve favorablemente su solicitud, ordenándose inscribir al "alférez de fragata Miguel Grau" en el "Escalafón General de la Armada" con "7 años y 27 días de servicios" y, a la vez, se le expide "cédula de licencia indefinida.

Solucionada su situación en la Marina de Guerra, como oficial en retiro, Grau continúa en la marina mercante todo el tiempo que dura la segunda administración del mariscal Castilla, que concluye su gobierno el 24 de octubre de 1862 y entrega la banda presidencial al mariscal Miguel de San Román. Fallecido el nuevo presidente el 4 de abril de 1863, asume transitoriamente el poder el segundo vicepresidente, general Pedro Diez Canseco, hasta el 5 de agosto de ese año, en que regresa de Europa el primer vicepresidente, general Juan Antonio Pezet. Al mes siguiente, en septiembre, Grau es llamado al servicio activo y ascendido.

Efectivamente, el 12 de septiembre de 1863, el comandante general de Marina, capitán de navío José María Silva Rodríguez transcribe al señor Ministro de Estado en el despacho de Guerra y Marina la siguiente orden general de la Armada:

Por decreto supremo de fecha de ayer, se ha llamado al servicio activo al alférez de fragata don Miguel Grau, que se hallaba en la condición de indefinido, expidiéndole al mismo tiempo despachos de teniente segundo de la Armada". Y al día siguiente se dicta una resolución que dice: "Su señoría el Comandante General del Departamento, se ha servido destinar a la dotación del vapor Lerzundi al teniente segundo de la Armada, don Miguel Grau.

Menos de tres meses después, el 4 de diciembre, Grau es ascendido a teniente primero graduado.

Diputado por Paita

En 1875 Miguel Grau es requerido por el pueblo de Paita, donde él residiera los años de su niñez, para representar a la provincia en el Parlamento Nacional. El marino acepta esta distinción confiando en que podrá servir igualmente a su patria en el recinto de las leyes como lo ha hecho en la cubierta de los buques.

El 5 de julio de 1876 Grau deja el comando del Huáscar, que ha tenido durante más de 8 años y se apresta a ir al Parlamento. Pero la separación no será larga; a los tres años Grau volverá a la Armada Peruana, al mando del Huáscar.

El 2 de agosto de 1876 inicia su gobierno constitucional el General Mariano Ignacio Prado, que ha sucedido a Manuel Pardo. El 4 se reconocen y califican las credenciales de Grau como diputado por Paita. Al día siguiente, Grau se dirige por oficio al Mayor de Órdenes del Departamento, informando de que va a ocupar su curul en la Cámara de Diputados y pide se le otorgue la consiguiente licencia. El mismo día 5 de agosto, Grau presta juramento de ley en la Cámara de Diputados y pasa a formar parte de la Comisión de Marina. Su actividad como diputado es grande y eficaz, análoga a la que ha desplegado en la escuadra. Presenta interesantes proyectos que cuentan con la aprobación de su Cámara.

Concluida la legislatura Grau se desempeña por pocos días como agregado al Departamento de Marina y, en enero de 1877, pide licencia por dos meses a su Superioridad para dirigirse a Valparaíso: va a traer los restos de su padre, el teniente coronel Juan Manuel Grau y Berrío, fallecido en ese puerto el 30 de noviembre de 1865. Para cumplir esta misión, se embarca en el vapor británico Eten.

Cumplida su misión, Grau, al retornar al país, cumple con informar al Gobierno su honda preocupación ante el poderío naval de Chile, que ha podido comprobar in situ en las aguas de Valparaíso, donde se encuentran fondeados los dos blindados Almirante Blanco Encalada y Almirante Cochrane, buques de guerra chilenos, inmensamente superiores a los peruanos. Ha apreciado, igualmente, los aprestos bélicos de las fuerzas militares de ese país.

Apenas regresa Grau de Chile, se le designa el 7 de marzo vocal de la Junta Revisora de las Ordenanzas Navales, cargo que ejerce en el curso de ese mes y los de abril y mayo, hasta el 30, en que es nombrado comandante general de Marina.

Comandante general de la Marina de Guerra del Perú

El 1 de junio de 1877, Miguel Grau se hace cargo de la Comandancia General de Marina. Grau cumplió con llenar lo más satisfactoriamente y dentro de las posibilidades presupuestales de que dispuso, el muy importante cargo confiado a su capacidad y competencia. Desde un principio se preocupa porque los buques de la Armada se encuentren en las mejores condiciones. Ordena se reparen en la factoría del puerto todas las deficiencias de las naves de guerra y que se limpien sus fondos. Asimismo, trata de proveerlas de pertrechos y de los elementos necesarios para su adecuado armamento y poderío; pero no pudo conseguir lo que con tanta vehemencia anhelaba, que se adquieran acorazados, para equiparar el poderío naval peruano con el chileno.

Además de la preocupación de mantener siempre con todo su poderío a la Escuadra, Grau cumple las funciones administrativas del cargo con eficiencia. En uno de sus oficios al Ministerio de Guerra y Marina, resalta la alta preparación de alumnos y profesores de la Escuela Naval, cosa que contrasta con la falta de modernas y potentes unidades que garantizaran la integridad del territorio peruano ante la eventualidad de un conflicto armado, cosa que Grau vislumbraba cada día como más cercano.

Debiendo Grau incorporarse nuevamente el Parlamento, el 28 de julio de 1878, pone su cargo a disposición del Gobierno, con oficio del 10 de ese mes, nombrándose en su reemplazo al contralmirante Antonio A. de la Haza, al que entrega la Comandancia el 13 de julio. Nuevamente en la Cámara de Diputados, en julio de 1878, Grau formula otras importantes proposiciones en la Comisión de Marina, de la que sigue formando parte. En febrero de 1879, concluida la legislatura, Grau pasa nuevamente a servir en el Ministerio de Guerra y Marina en condición de agregado, pero el cargo lo desempeña 50 días, pues corren vientos de guerra en el sur. El 28 de marzo y en cumplimiento de una resolución del día 26 de ese mes, Grau se hace cargo nuevamente del Huáscar, en reemplazo de su anterior comandante, el capitán de fragata Gregorio Pérez.

Al mes siguiente, la Cámara de Diputados, en sesión del 28 de abril, presidida por Ricardo W. Espinosa, después de leerse y aprobarse el acta de la sesión anterior, toma nota de un oficio de Grau en donde expresa que no puede concurrir a la Cámara por haberse hecho cargo del comando del Huáscar. El 4 de abril de 1879, Chile había declarado la guerra al Perú.

No hay comentarios: